jueves, 14 de agosto de 2008

Tiembla, tiembla, tiembla

Tiembla, tiembla, tiembla. Mis colegas piensan que estas palabras que salen de la yema de mis dedos son sólo sustantivos, adjetivos extraños que, en el fondo, tienen y cobran algún sentido. Tan cierto eso, queridos camaradas, como el sentido que tienen los sentimientos. El horizonte sigue con los mismos óleos de siempre, de todos estos días pasados. El mar ya no crea espuma. ¡Maldito, puñetero mar! Putrefactos recuerdos me transmites con tu imagen recordada. ¿Quién inventó la cuitada empresa denominada ilusión, aire, simple existencia? No sé si mis cojones aguantarán ya tantos infartos... el puzzle de una sola pieza, esperanzas inventadas. Maldito amor colérico... ¡qué coño amor!, ¡ganas de vivir, de brillar, de todo! Intento imaginar -imagino porque soñar aún es demasiado- la solución de toda esta mierda de conflicto acumulada, por mi parte, en un futuro indescriptible. Polvo, polvo y más polvo son mis venas; fluyen por ellas aire: una dulce y fría brisa de cementerio.
Suspiro. Suspiro, amigos, ya que, escribiendo todo esto intento atraer con las palabras a una luz brillante para mis ojos. En el buzón, en el móvil, en el correo, en internet, en las charlas, en los gestos... busco y busco alguna señal pura para que abra mis ojos. Sigue remando, Sergio.

"...sed libera nos a malo."

Suerte.

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