El mar asqueroso ha llegado, de nuevo, a Madrid. ¡Qué dolor de ojos derrotados! Maldigo tantas veces, maldigo tantas cosas, tantos momentos; maldigo tantas maldiciones... Y yo que pensaba que las alas eran ligeras y de dulce plumaje. Señor, ayudame.
Joder...
Tienen cojones los sueños, los abrazos, los olores extremos tan esperados...
Esta vez nadie podrá conmigo: hace ya tiempo que la herida se volvió rosada.
Tengo que sonreír, que vivir en la luz, en la luz que mana del aire.
Muchísima suerte.
jueves, 31 de julio de 2008
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1 comentario:
Qué dolor, qué dolor de ojos derrotados, querido amigo...
Pero cuánto tenemos de otros; que hacen jirones de luz del polvo y de las trizas de recuerdo cuando la vida cansa...
Que me cansa hasta a mí, por quien la hicieron dulce, llana. Aún en plena burbuja de felicidad.
Te extraño. Es hermoso pensar que pronto te veré de nuevo. Tan lejano como tangible, como a la misma vuelta de una esquina muy ancha...
Te quiero.
YYY, que es lo único que siempre permanece...
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