Estaba muy cansado y la única soledad se volvió mi compañera. Me sentí bien, aunque estuviera poco a poco cayendo en las garras del sueño. Pasaba gente, los miraba y observa cómo eran, cómo hablaban, se movían, etc. Y, fugazmente, unos ojos (los más misteriosos y, a la vez, mágicos que haya visto nunca) se encontraron con los míos... y se mantuvieron juntos en muchos momentos que fueron sucediendo durante las siguientes horas. No encuentro ahora la definición exacta para todo aquello...
"... sed libera nos a malo."
¡Salud!, República y mucha suerte.
viernes, 12 de septiembre de 2008
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