lunes, 29 de diciembre de 2008

Ego mundi incola sum

Reabro, reutilizo ya de nuevo el cuaderno de bitácora, ésto que empecé en aquel verano del año que ahora nos deja para siempre para desahogarme de una manera prosaica y personal.
Desde octubre (que no uso esto) han pasado muchas cosas, he vivido muchos buenos momentos; he compartido y he protagonizado infinidad de risas, de sonrisas... he olido olores que no tienen nada que ver con lo mundano, he tocado las cosas más pequeñas pero más enormes de este mundo... Nita fue la que me recordo que el blog seguía existiendo y bueno, no quiero dejar nada a medias.
Maldito año el que se acaba. El 2008. Lo inicio con un tango rojo, lo continuo con los sueños hechos carne y con la caída más inimaginable al abismo. Tiene cojones que nunca pensé que tan solo y mal se podía estar, tan inseguro y tan amargo. Pero como de la fea piedra surge un diamante, de la mierda surgió la realidad. Todo se arregló cambiando el chip y observando la vida con los ojos secos de lágrimas. Así siguió y terminó el año, "pisado" de sentimientos. A destacar de los 360 y pico días que han pasado nunca olvidaré el descubrimiento de la poesía pura , del verso blanco; el hallazgo definitivo de mi vocación, el teatro y la fardándula y, como no olvidar, el corto y reciente pero hermosísimo viaje a Segovia. En esas tres cosas puedo sarcar el leitmotiv perfecto para continuar. Que sea lo que Dios quiera.
Después, también, de tantos quebraderos de cabeza y de ansiedades y angustias, creo que padezco el Síndrome de Stendhal (y aquí no hablo ni en metáfora ni en broma, sino en literal). Pero el caso, ¡ay mísero de mí!, es que la causa se extiende más allá de las obras artísticas... Ya vereis cuando viste Florencia...
Bueno, ahora sí que os dejo. Vivir y disgrutar, que la vida es cojonuda, ¡MARAVILLOSA! Os deseo lo mejor para el próximo año, ¡mil besos!
¡Salud!, República, estudio y mucha suerte.

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